Universidad de Buenos Aires / Instituto Superior de Urbanismo, Territorio y Ambiente
Para AMBA Data, proyecto del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires / Secretaría General y de Relaciones Internacionales

Los acontecimientos centrales para el ingreso de Buenos Aires en la condición metropolitana fueron los hechos que determinaron, entre 1880 y 1882, dos decisiones de naturaleza política: su establecimiento como Capital Federal de la República Argentina, y la fundación de la ciudad de La Plata como nueva Capital de la Provincia de Buenos Aires, culminando décadas de disputa por dar al nuevo país una forma de organización definitiva y establecer su ciudad capital. Es así como la definición del nuevo límite de la ciudad de Buenos Aires (Ley Nacional de 1880) y del ejido de la nueva ciudad de La Plata (Ley Provincial de 1882) establecieron los instrumentos urbanísticos fundantes de la edad metropolitana de Buenos Aires; y fueron luego seguidos por numerosos otros, desde fines del siglo XIX y a lo largo de los siglos XX y XXI, estableciendo una cultura urbanística propia.

Las propuestas para operar sobre la forma de la Ciudad y de la Metrópolis se conciben y definen a través de instrumentos urbanísticos: la arquitectura y el urbanismo, en sus diferentes escalas, recurren a dispositivos de distinto orden y naturaleza que aspiran, luego de reconocerlas, a organizar las formas de la ciudad, a lo largo del tiempo, en contextos políticos, económicos y culturales determinados. En la condición metropolitana, cuando la extensión, escala y complejidad urbanas alcanzan ciertas características, magnitudes y especificidades, se hace necesario concebir y poner en práctica instrumentos urbanísticos particulares.

La dimensión, escala y condición de los variados instrumentos urbanísticos que se propusieron y, en muchos casos, se llevaron a cabo o aún operan (regulaciones, proyectos urbanos, planes urbanos, organismos y programas), fueron y son atributos muy importantes en los 140 años que median entre 1880 y 2020, y continuarán siéndolo en el futuro. En este período, las leyes, el diseño y el planeamiento urbanos se entendieron de maneras distintas, aun en el marco de un mismo paradigma general (el del desarrollo de una ciudad capitalista occidental latinoamericana): desde las unidades de hasta 200km2 que definían un recinto urbano gobernable dotado de áreas de expansión interna (1880), pasando por los ordenamientos territoriales-metropolitanos de 25.000km2 que aspiraban a planificar y dar servicios a toda una metrópolis en expansión (1960), los instrumentos de “acupuntura urbana” de diseño de 1 ó 2km2, capaces de regenerar áreas intraurbanas degradadas (1990), hasta los renovados y actuales estudios de organización del área/región metropolitana (2007-presente).

Hoy, acercándonos a 2020, asistimos a una transición en el modo de entender qué instrumentos urbanísticos pueden ser los más idóneos para dar ciertas referencias de orden y regeneración urbanos a metrópolis que, en el marco de las cambiantes o inciertas organizaciones posindustriales, ya no son susceptibles de ser planificadas completamente. En este contexto, es clave renovar y resignificar una colaboración estratégica entre Universidad y Organismos de gobierno para que, a través de la investigación científica y el cuestionamiento creativo de las prácticas vigentes, puedan identificarse nuevas pautas fundamentales de generación y transformación de la forma urbana capaces de nutrir el diseño de políticas públicas en la materia, a través de la producción de instrumentos de actuación específicos.

Tal es el caso de nuestro Proyecto de Desarrollo Estratégico, que se desarrolla en el ámbito de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires en coproducción con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Sus resultados preliminares confirman la relevancia que poseen los estudios escalares para discriminar, en el marco de diferentes instrumentos urbanísticos, los diferentes procesos en los cuales se despliega la agencia de los diferentes actores urbanos metropolitanos; y la consecuente identificación de las bases programáticas para las nuevas versiones de forma urbana metropolitana que más pertinentes resulten para abordarlos de manera técnicamente adecuada, económicamente viable, y social y ambientalmente responsable, teniendo como datos clave las relaciones de estas formas metropolitanas con ríos y cuencas, flujos de movilidad, y reservas urbanas y naturales.